27 de marzo de 2013

Pedagogía emocional


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Reconocer que tengo miedo, enfrentarme cara a cara a mi vergüenza, conectar con la tristeza, gritar que soy feliz, encontrar cuál es nuestro enchufe, nuestro vínculo al sistema que nos moviliza y que llamamos emociones. Este es un bonito reto para los humanos en el siglo XXI. 

¿Sabemos qué sentimos cuándo sentimos? O ¿vivimos metidos en nuestras cabezas pensantes? A veces es difícil reconocer que estamos sintiendo. Más difícil, aún, es saber qué es concretamente eso que nos está removiendo las tripas. Muchas personas sentirán que están bien conectadas con sus emociones y otras muchas, sentirán que aunque no sea algo constante, están lo suficientemente conectadas puesto que controlan sus emociones. Entonces, ¿quién es más inteligente con sus emociones? Pues sinceramente, ni quien está más en contacto con ellas, ni quien siente que las tiene más controladas… Para mí, ser inteligente con tus emociones es sentirlas, entenderlas, asimilarlas, elaborar información útil con ellas y utilizar esa información en tu beneficio y en el de los demás. Y vivir solo algunos de los pasos de este proceso, nos puede convertir en listillas o listillos emocionales, pero no en inteligentes. 

Se habla mucho sobre la Inteligencia Emocional o educación emocional y poco sobre Pedagogía Emocional.  Digo esto porque continuamente veo, escucho y siento que las emociones son un tema cotidiano y que genera un gran interés. Esto ha llevado a muchas personas a convertirse en divulgadoras de esta temática. Divulgadoras de pequeñas y grandes ideas sobre la inteligencia emocional, que lo único que hacen es reproducir vagos conceptos, que más que iluminar y ayudar,  confunden. Pocas de estas personas, construyen teorías y prácticas para poder enseñar y aprender sobre las emociones. No existe una pedagogía emocional. Bueno no existe una pedagogía en la mayoría de contextos y experiencias de aprendizaje hoy en día. Concretamente este tema puede interesar mucho a educadores, formales y no formales, y a cualquier persona que realmente desee incorporar actitudes, aptitudes, creencias y valores sobre la Inteligencia Emocional. Sin pedagogía no hay educación, sin educación no hay inteligencia, sin inteligencia no hay sabiduría.

La sensación de que la Inteligencia Emocional está al alcance de cualquier persona de forma rápida, fácil y casi gratuita se extiende como la pólvora. Si eres capaz de leer un par de libros y experimentar un par de prácticas sobre tus emociones puedes colgarte una falsa medalla de “Inteligente Emocional”. El problema de esta manera de sentir y vivir las emociones, es que crea confusión y desgaste en quién la practica. Aunque puedan experimentarse cambios muy rápidos a nivel emocional, siguiendo libros llenos de ejercicios y prácticas los cambios suelen ser poco duraderos y aunque nos puedan saciar en el momento, acabamos volviendo en busca de más. Con esta práctica, la sabiduría emocional no se acomoda de forma saludable en la vida de cada cual. No se producen cambios evolutivos, sino muchas veces solo cambios remediativos, respondiendo a viejos modelos sociales de aprendizaje. Las emociones son una herramienta muy valiosa como para que sea utilizada de manera banal o consumista. 

¿Quieres seguir leyendo? Artículo completo AQUÍ (http://pedagogiaemocional.wordpress.com)

Sendoa Gómez Guerra
Asesor y Consultor Pedagógico y Coach Emocional

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