Entrevistamos a Daniel Corral De Achúcarro, Diácono de la Diócesis alavesa y delegado de la Pastoral de la Salud.
¿Cuál es tu forma de vivir el día a día cristiano, tu forma de evangelizar?
Predico el evangelio desde la profesionalidad de mi trabajo, dando testimonio cristiano y personal de vida. Trabajo en la Pastoral con enfermos en torno a todo lo que se considera sano y saludable. Les acompaño en el sufrimiento, el dolor, la depresión... En este momento tenemos un proyecto sobre el acompañamiento durante el duelo. Mi día a día consiste en humanizar la asistencia humanitaria, es decir, dar testimonio cristiano en ambientes no cristianos, como puede ser un hospital. Dentro del sacramento del orden, me dedico al servicio, Diácono significa servicio. Es una labor que vi clara en el escultismo, cuando fui Consiliario de Euskalerriko Eskautak Araba, el servicio que los cristianos ofrecemos a los demás.
¿Por qué decidiste convertirte en Diácono?
Porque al Espíritu Santo le dio la gana. La vocación me vino leyendo una revista en la que se narraba el proceso de ordenación del primer Diácono en España.
¿Qué papel cumple la familia-pareja en esta opción personal?
Cuando conocí a mi mujer yo ya era Diácono y no tuvo ningún problema en compartir conmigo su vida, al contrario, recibió mi decisión con muy buena acogida. Ella me acompaña, me apoya y colabora conmigo en todo lo posible. Es la persona a la que consulto habitualmente mis dudas y ella siempre está dispuesta a proponerme correcciones. También es cristiana, como yo, pero laica.
Nos comentas que eres un cristiano militante ¿Qué es para ti la militancia?
Militar para mí es poner vida, obra (trabajo) y hacienda personal al servicio del Evangelio. He militado desde los 21 años en el Instituto Emmanuel Mounier, filósofo cristiano y creador del personalismo comunitario. De ahí que piense siempre en una frase que no cumplo del todo que dice “no desesperar de nadie, no hacer que nadie se desespere por mi causa”.
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