Hoy 17 de Octubre, Día Internacional
para la Erradicación de la Pobreza, queremos dejaros uno de los artículos
de la última revista: "La solidaridad no está en crisis", que ha sido
escrito por REAS Euskadi y nos lanza una reflexión completamente positiva. Si quieres ver el pdf pincha aquí.
Si
pensamos en las diversas crisis que ha sufrido el capitalismo a lo largo de la
historia podremos entender que después de periodos de relativa armonía y
expansión le han sucedido crisis junto a fases de ajuste y contracción
económica. Después de cada periodo de convulsión, historicamente se ha buscado
volver a desarrollar una nueva fase de crecimiento económico. Ello es parte de
la historia y se puede analizar a nivel global o en los diversos contextos
nacionales y locales, siendo necesario evitar una visión reduccionista, ya que
las crisis no son todas iguales ni han tenido las mismas causas, influidas por
los diversos contextos históricos.
Ahora bien, ¿es plausible seguir buscando
el crecimiento económico ilimitado cuando diversas voces nos alertan sobre las
muchas caras de esta crisis y de las limitaciones del crecimiento ilimitado del
sistema? ¿Es
posible seguir haciendo un uso ilimitado de recursos cuando el planeta y sus
recursos son finitos? ¿es necesario seguir consumiendo de manera ilimitada aqui
y desigual respecto de otras gentes y países?
Esta
es la crisis que estamos viviendo y atravesando... Paradójicamente cuanto más
nos bombardean los medios de comunicación masiva sobre los impactos que tiene
sobre las personas, las organizaciones, las empresas... y de las medidas que se
tomarán desde los gobiernos y los organismos internacionales, al lado nuestro,
enfrente o cerca, crecen y se reproducen las iniciativas económicas
alternativas y solidarias. ¿iniciativas económicas y solidarias? Sí,
primeramente es necesario explicar que la economía solidaria reivindica la
recuperación de la función que debiera tener la economía, que no es otra que el
de ser un medio para lograr el bienestar de las personas, y para ello, propone que sus diferentes
facetas – producción, financiación, comercialización y consumo- tengan a las
personas y sus comunidades en el centro de su desarrollo. Así se evitaría una
concepción ligada exclusivamente a la maximización de beneficios y las experiencias económicas y solidarias,
practicarían en su quehacer cotidiano los principios de igualdad, empleo, medio
ambiente, cooperación, ausencia de ánimo de lucro y compromiso con el entorno.
La economía solidaria reivindica la función que debiera tener la economía, que no es otra que la de ser un medio para lograr el bienestar de las persona a través de sus diferentes facetas: producción, financiación, comercialización y consumo.
El
cambio es silencioso pero cada vez más se hace oir. Así encontramos, entre
otras, organizaciones que promueven el consumo responsable, comercio justo,
cooperativas que fomentan la agroecología, empresas sociales que promueven la
inserción sociolaboral de colectivos sociales en situación de exclusión social, instrumentos financieros éticos y
solidarios, en particular, el proyecto de banca ética FIARE... todas estas
experiencias interactuando mediante
relaciones de intercambio comerciales más justas y equitativas, construyendo
así mercados sociales conformados por la oferta de productos cuyos criterios
son sociales, éticos y medioambientalmente respetuosos pero que también
requieren de un consumo crítico, responsable y solidario. De esta manera,
podemos ver también la crisis como una oportunidad para revisar nuestras
practicas económicas y de consumo. En síntesis, esta crisis es una oportunidad
para cuestionarnos y cuestionar el sistema del que formamos parte consciente e
inconscientemente.
Ana Lametti
REAS Euskadi
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